Los nudos desempeñaron un papel importante en la magia popular de Europa durante la Edad Media y la época moderna temprana. Se creía que los mismos tenían la capacidad de contener y liberar energía y que podían ser utilizados en diversas formas de magia, desde la protección hasta el amor y la curación. En esta época, los nudos se asociaron cada vez más con la magia de las brujas, lo que puede haber contribuido a la formación del concepto “nudo de bruja”. El nudo de bruja como lo conocemos hoy en día, es particularmente prominente en la tradición de la Wicca y otras formas modernas de brujería, que incorporaron este nudo en su práctica, donde cada vuelta y lazo del mismo puede representar una intención o deseo. También se dice que tiene el poder de devolver las maldiciones a quien te las envía.

El ágata te permite aceptar la existencia del mundo sutil y la interrelación y responsabilidad de tus pensamientos y sentimientos con el mundo físico. El contacto con esta piedra hace que tu visión resulte espiritualizada. Estimula y desarrolla facetas inexploradas y desconocidas de tu personalidad haciendo que tomes conciencia de ellas y despierta el valor y la voluntad para enfrentarte a nuevas experiencias. Ayuda a asentar y estabilizar la energía física. Equilibra el ying y el yang. Es una piedra sanadora.